La máquina de amasar dólares no se detiene y los contratos, tantos los televisivos como los de los jugadores, han ido subiendo como la espuma. A mediados y finales de los setenta la NBA estaba próxima a la bancarrota, los pabellones no se llenaban, había muchos baloncestistas enganchados a las drogas y la televisión trataba a la liga como un producto de tercer o cuarto nivel. Y es que Apple TV es quien tiene los derechos de la liga estadounidense, y de los que se llevará un porcentaje el argentino.